jueves, 25 de julio de 2013

Lector anónimo




Un amigo lector me ha dejado un comentario en mi entrada "Nacidos para correr (Crítica sobre el libro)", y como creo está ya bastante alejada en el tiempo, y además recomienda un libro, lo cual es siempre bienvenido, la reproduzco aquí.

”Todavia no lo he leído, pero va a ser una de mis lecturas de verano.
Mi libro de cabecera es "El correr chi" de Danny Dreyer, corredor americano de ultradistancias que ha desarrollado toda una técnica de carrera basada en los principios del Tai Chi. Sólo puedo decir que llevo 8 años corriendo, y nunca he tenido ningún tipo de lesión, lo que sin duda y desde mi experiencia es señal de que la postura es fundamental y favorece el ahorro de energía que te hace correr más y mejor. Lo recomiendo.”




Felicitarte, querido lector  anónimo por esa marca  impresionante. Me refiero al hecho de no haber sufrido ninguna lesión en los ocho años que llevas corriendo. Yo, para ser sincero, es rara la temporada que no sufro alguna lesión, y llevo bastantes más de ocho años corriendo. Quizás lleves razón y sea la forma de correr, o quizás sea que uno siempre aprieta más de lo que debiera en los entrenamientos o en las competiciones. Tengo dudas al respecto. También influirá la anatomía de cada uno, y como se toma uno esto. Yo este deporte lo entiendo así: Hay que dar lo máximo posible en cada competición, y para ello, hay que marcarse una meta e ir a por ella. Entendiendo que los entrenamientos no son sólo el correr más distancia y más rápido; también entran las técnicas de carrera, que te corrigen la pisada, la postura, y la zancada; las pesas y gomas que fortalecen los músculos y articulaciones, etc. 

Pero no hay que descartar nada. Le daremos una lectura al libro. De la lectura siempre se saca algo positivo. Así que yo también lo recomiendo; y cuando lo terminen a por otro libro, de la temática que quieran. Que no falte ejercicio para tú  mente. Es sanísimo.


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miércoles, 17 de julio de 2013

Tres paradas.



Tres veces me he tenido que parar. Que malito. Un fallo de principiante… que leches, seamos sinceros, exceso de confianza. Y es que hay reglas que no se deben saltar, y yo me he saltado, mínimo, tres.

Salida desde Lo Cea hasta Benajarafe, y vuelta, total doce kilómetros. Paradas en el kilómetro seis, a la entrada de Benajarafe, buscando la sombra y con  pesadez de barriguita y piernas, que arrastraba casi desde el kilómetro dos. Tras cien metros andando, retomo el trote. Vuelta a parar a la altura de Chilches. Otros cien metros andando. Vuelta a correr, más bien trotar, y parada para recoger una botella de agua que dejé a la sombra justo en la rotonda donde se une la antigua carretera de la costa con la autovía, en Añoreta. En esta ocasión parada total hasta  recobrar el aliento. Me refresco con lo que quedaba de agua en la botella, y se me pasa un poco la pesadez de estómago. Desde aquí arrastrando los pies hasta el punto de partida. Vamos, una hora y cuarto en hacer los doce kilómetros.

Y es que no se puede terminar de comer en pleno verano a las cuatro de la tarde un plato hasta la bandera de cazuela de papas con carne, pescadito frito en adobo, pan para empujar, fruta, y cervecilla para regar (todo riquísimo, por cierto); e irse uno a las dos horas a correr con un Sol  cayendo todavía de pleno.

Lo dicho, el exceso de confianza me ha hecho ignorar el que: no se debe hacer una comida copiosa antes de correr. Hay que esperar a que el cuerpo haya digerido los alimentos antes de salir. Y no hacerlo cuando el Sol todavía esta pegando fuerte, sobre todo con la barriga llena, claro.

Pero, mira que estaba buena la cazuela. ¡!Uhmm¡¡ No tengo remedio.



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viernes, 12 de julio de 2013

Entrenar en compañía.



Poco a poco voy volviendo a la rutina. Hace un par de domingos tocó volver a correr por la malagueta con compañeros del Club. Estas salidas son muy escasas por mi parte. Mi horario de trabajo me obliga a entrenar por las tardes, generalmente a primera hora, cosa que ahora, en verano, es un autentico suplicio: a las cinco de la tarde suele hacer un calor de justicia. El caso es que cada tres meses, aproximadamente, dispongo de algún domingo de descanso, lo que me permite entrenar a horas “normales”, y aprovecho para correr junto a compañeros que sólo veo de tanto en cuanto.

Antonio y Bori, uno de ellos, metiendo barriga.
Domingo, nueve menos cuarto de la mañana, playa de la Malagueta. Los primeros en estar en el lugar de salida: Boris y Antonio,  ya estaban calentando, aunque ellos decían que ya habían hecho cinco kilómetros corriendo, comentario que dio lugar a las primeras bromas, claro: “Hombre, que curioso, nadie os ha visto hacer la primera vuelta”. Poco a poco llega la gente y a la hora señalada, y casi sin calentar, comenzamos a correr. Hice dos vueltas a la playa, casi todo el tiempo  en compañía del “Presi”, “el Escacharrao”, “Fali”, y “el ilustre Bachiller”.  Nombres ilustre dentro del deporte malagueño, aunque ninguno corre “ni-pa-tras”, y lo único que ven en las competiciones en las que coincidimos es mi cogote… Esto último es parte de las bromas que solemos gastarnos en los entrenamientos. El caso es que son grandes atletas: “El Presi”, Salvador Moya, es un gran triatleta, y sigue compitiendo en medias y maratones. “El Escacharrao”, Antonio, un todo terreno inagotable, tanto corriendo como conversando. “Fali” sigue terminando carreras que dan susto nada más mentarlas; la  última, los 101 de Ronda de este año. Y “El ilustre Bachiller”, Manolo Morales, está en primera línea en  competición de veteranos,  es rara la carrera en la que no sube al  pódium.  Ya me gustaría a mí llegar al nivel de ellos…
Todavía faltan algunos por llegar

Es muy grato correr en compañía, y si es  junto a la playa, ¿que más se puede pedir? Lo mejor, claro está, la compañía, El reencuentro siempre empieza con bromas  entre unos y otros; preferentemente haciendo chistes sobre la vida deportiva del “contrario”, claro; Luego, sin apenas calentar, se comienza  a trotar por la arena, donde la charla sobre lo deportivo ocupa el primer lugar. Las novedades de cada uno, y los planes de futuro, deportivamente hablando, son de obligado tratamiento mientras vamos todos juntos. Poco a poco se van formando grupos más reducidos, según la exigencia del entreno que hay previsto. Es el momento en que la conversación se hace algo más seria. Se repasa los últimos acontecimientos personales, las próximas carreras, el momento de forma, las inquietudes deportivas. Los últimos kilómetros se suelen hacer, no me preguntéis por que, en pareja. Es el momento en que la conversación pasa, casi siempre, al terreno más íntimo.
Estirando. Ricardo en el centro.
Al final, cuando termina el entreno se vuelve a reunir el grupo para estirar. La charla vuelve a ser distendida. Regresan las bromas; las anécdotas simpáticas sobre uno u otro…

Es un placer correr en compañía. Sobre todo cuando es con buena gente, como las que presumo tengo como compañeros de fatigas deportivas. Por desgracia, el horario de mi trabajo, no me permite repetir esto mucho, y no siempre con todos los que me gustaría; quizá por eso, cuando puedo hacerlo, lo disfruto más. No se si a los demás os pasa igual, para mi, es un autentico placer.

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