miércoles, 25 de diciembre de 2013

Carrera de Navidad de Cártama


Con los compañeros del Club

Con esta carrera, termino este periodo de reencuentro con la competición tras mi larga ausencia. Han sido dos medias maratones y dos diez miles en tres meses, con otros tres previos de adaptación, o habría que decir: de readaptación, a la carrera.

La crónica de la misma:

“Tras recoger el dorsal, media horita de trote cual lagartos, esto es: al solecito, que con el frasquete mañanero es de agradecer por todos. Tras los saludos con los compañeros y amigos, el calentamiento, y las fotos de rigor, nos dirigimos a la línea de salida. El pistoletazo sonó a las 11:30, minuto más o menos. Comienzo a un ritmo alto, arrastrado por la velocidad marcada por los corredores que me rodean, comprobando en el kilómetro uno que voy un poco por debajo de cuatro minutos. El ritmo lo veo soportable, de momento; a la vista tengo a J. Juan Buscató (gran atleta compañero del Club), me pego a él: lleva el mismo ritmo y se le ve con fuerzas. Tras bajar a la estación de Cártama, subimos buscando el pueblo. En el kilómetro cuatro compruebo el crono: 11:46.
Estirando antes de la carrera.
 Acaban de comenzar las cuestas y sigo, junto a Juan, por debajo de cuatro minutos el kilómetro, pero el perfil, y el ritmo, comienza a pasarme factura. Hace más de dos años que no entreno, ni compito, en cuestas y empiezo a sentir malas sensaciones, así que en el cuatro y medio dejo ir a Juan; bajo el ritmo, se trata ya de guardar fuerzas para las cuestas más pronunciadas que faltan para llegar al pueblo. Así que desde el cinco hasta el ocho, prácticamente, subí como buenamente pude. Se me ha hecho muy duro. Por suerte, en la bajada, que iba a hacer  trotando, me pasa Jesús (otro excelente atleta compañero del Playas de Málaga) y cojo su estela, que me lleva hasta la meta a buen ritmo. Mi tiempo en línea, a falta del oficial, ha sido de 44:34. Pese ha realizar algo más de tiempo que en la del Corte Inglés, el esfuerzo ha sido mucho mayor, por el perfil de la prueba.”
Llegada a meta

Ahora toca un periodo de descanso, activo, claro. Serán quince días donde no entrenare. Alguna que otra salida a trotar, y algo de natación. Volveré a retomar los entrenos a mitad de enero. En este caso será la preparación de la Media Maratón de Málaga 2014.


,,!,,


viernes, 13 de diciembre de 2013

42195



Son los metros a recorrer por aquel que se enfrenta a una maratón.

Parte de los participantes del Club Playas de Málaga
El pasado domingo se ha vuelta a celebrar la  Maratón de Málaga, de cuya primera edición tengo muy malos recuerdos: En su preparación fue donde sufrí la primera rotura de menisco, y el encadenamiento de las sucesivas lesiones que me han mantenido fuera de competición durante dos años.

El Presi bien acompañado
Pese a no participar, he vivido su preparación en carne ajena. He seguido los entrenos, lesiones, precompeticiones, alegrías y desvelos de amigos y compañeros durante cuatro meses, que es, aproximadamente, la duración de la preparación para la prueba.

Chema a buen ritmo.





Pasada esta parte durísima, llegó el gran día para ellos, y con él un estado de nervios que puede sentir como si fuese yo el que calentaba en los alrededores de la salida. Ese momento donde todas las dudas están presentes, y sientes que vas a liberarte de algo. Que grato recuerdo.

Emilio tras cruzar la meta
  Personalmente siento una admiración por todos los que se enfrentan a esta prueba. No soy capaz de explicarla. Creo que para saber lo que significa el enfrentarse a una maratón hay que haber realizado una. No se comparar con nada el sufrimiento que se siente, y la inconmensurable alegría al cruzar la meta. Quizás la mejor manera de verlo es mirar a las caras de los corredores que atraviesan la meta. Caras de sufrimiento, de dolor y agotamiento; a la vez que las lágrimas corren por las mejillas. Aunque es mucho peor, más desolador y doloroso, mirar el rostro de los que no pueden cruzarla. Desde aquí unas palabras de ánimo. El trabajo que habéis realizado, si ha merecido la pena. El que algo haya fallado en el último momento no desmerece, en absoluto, todo el trabajo realizado. Ahí queda el reto. El mío, el poder correrla alguna vez.

Mi enhorabuena desde aquí a todos.

,,!,,

domingo, 1 de diciembre de 2013

Ya está aquí.




Ya está aquí. He vuelto a sentir; o tendría que decir: no sentirlas. No sentir nada. Cuando corremos y lo que se siente es el aire en la cara, el frío, el sudor que resbala por la frente, en mi caso muy pronunciada. Oyes los coches, las charlas de los paseantes que adelantes, una moto que arranca, el respirar de otro corredor con el que te cruzas. Ves un cartón tirado en la acera, el niño que se suelta de la mano del padre, los abuelos que pasean, esa rama puñetera que no han podado, y que tanto afea el árbol. Vas corriendo y eres consciente de todo que te rodea. “Llevo buen ritmo, aunque no he mirado el cronómetro, lo se, lo siento. No necesito mirar el reloj. Sólo corro sin preocuparme del ritmo, ni del los tiempos, ni de la cantidad de vueltas a dar. ¿Para qué? Se que voy bien. Siento que voy bien.”

Ya está aquí. He vuelto a sentir que estoy corriendo. No tengo la impresión de estar haciendo  un deporte, o de entrenar para mejorar nada. No hace falta. Sencillamente corro a mi ritmo, a ese ritmo donde lo único que sientes es que vas rápido, que no sientes dolores, ni pinchazos, escozores, o molestias de ningún tipo. Si paras es porque quieres: has salida a correr doce kilómetros, no más. Paras y a casa, porque estaba programado así, pero podías estar “horas” así, corriendo.

Ya está aquí. He vuelto a “no” sentir dolor alguno. A estar pendiente de lo que me rodea sin ser consciente de molestia alguna. Es ese ritmo tan buscado en un maratón. Ritmo de crucero. Ir a piñón fijo durante… el tiempo que haga falta.

Ayer doce kilómetros en cincuenta y cuatro minutos. Sin dolor en las rodillas, ni molestias en el ligamento externo, ni escozor en la uña casi perdida del pie, ni en la lumbar, ni en la… “Que bonitos están dejando los árboles del barrio con la poda. Ese abuelo me señala cada vez que paso delante de él ¿Qué le estará diciendo al otro de mí? Mira que le está grande el kimono al chavalillo…”

Ya está aquí ese ritmo.

,,!,,