jueves, 14 de enero de 2016

Primera del año.



Ha sido el día 4 de enero cuando he podido salir por primera vez en este año a correr. No es que no tuviera ganas de hacerlo, son las fiestas, el trabajo, los compromisos familiares, en definitiva difícil de poder buscar un rato para correr.  


La idea era trotar diez o doce kilómetros para no perder la, poca, chispa que aún queda en las patitas; y como tenía pendiente una salida con mi amigo Emilio, para ir a saludar a “la viea de la curva”, y a los perritos, claro; quedé con él para subir por la Venta del Túnel.


Pablo y Emilio.
A las cuatro y media de la tarde estábamos en la puerta del pabellón de Ciudad Jardín, junto a su hijo Pablo, que nos acompañaría todo el camino en bici; que por cierto, es todo un atleta ya. Pero los planes cambiaron. Emilio tenía previsto hacer una media maratón como entrenamiento, así que decidimos ir para el centro de la ciudad por el carril bici, buscando el paseo marítimo, con la sana intención de darnos la vuelta en la Malagueta, para completar: yo los doce kilómetros, y él seguir hasta hacer los veintiuno…, por los cojones.  Cuando llegamos al centro soltó la pregunta: ¿Qué, nos volvemos ya, o te atreves a seguir? “¿Qué, no hay güevos?”… Llegamos hasta la Térmica, junto al Martín Carpena (once kilómetros), donde Pablo nos pasó un poco de agua para refrescarnos; porque, pese a las fechas, hacía  calor para reventar. Un par de tragos,  y sin más preliminares, vuelta para los corrales. Veintiún kilómetros en una hora y cuarenta y cinco minutos; el mismo tiempo que tenía previsto hacer en la media de Córdoba.
Si es que con esas patitas...


Y es que no hay nada como alguien que te “estimule” para dar todo lo que llevas dentro, y para eso, Emilio, es único.  Bueno, para eso, y para atraer a los perros. 


,,!,,

No hay comentarios:

Publicar un comentario