martes, 2 de abril de 2013

El hombre que corre.





 
Despues de muchos meses, yo diría que más de un año, se vuelve a ver al “hombre que corre” por los alrededores del barrio en plena faena. Así es como lo conocemos los vecinos de mi barrio. El motivo del nombre es claro: durante años se le ha visto correr por los alrededores del pabellón casi a diario. Prácticamente todas las tardes se le veía dar vueltas durante más de una hora, con ritmo constante, en solitario; y sin importar si hacía frío o calor, si llovía,  hacía viento o lucía el Sol.  Ahí estaba, a primera hora de la tarde, o a última; en día de diario o festivo, no fallaba. Se que vive en mi barrio, y me imagino que los vecinos mas cercanos conocerán su nombre, pero cuando se le ve pasar siempre dice alguien: “ahí va otra vez el hombre que corre, no se cansa”.



Yo me lo he cruzado en innumerables ocasiones, tanto cuando entrenaba, como en alguna que otra competición, pero,  no se porqué, nunca hemos charlado. Si, que siempre que nos  cruzamos, nos decimos alguna frase a modo de saludo, pero de ahí no hemos pasado.

            Algo le debió pasar para dejar de correr. Desde que yo vivo aquí, en Ciudad Jardín, hace más de diez años, lo he visto corriendo; era una parte más de la identidad de mi barrio, “El hombre que corre”. Alto y delgado, de una edad entre cuarenta y muchos y cincuenta y pocos, siempre estaba ahí por la tarde, como los abuelos de la esquina de las palmeras, o los novios en el banco que hay en el rincón más sombrío del parquecillo, o los chiquillos en los columpios; cosas, hechos y personas que  hacen que sintamos  que todo está normal en el barrio.

Algo le tuvo que pasar. En un principio pensé que se habría mudada de barrio, o de lugar de entreno, pero me lo crucé en varias ocasiones por el barrio, iba de “paisano” y con bolsas de compra en las manos; así que descarté esa idea, y dejar de correr porque sí, pues no. Yo soy corredor y se que uno no se deja por las buenas. Puedes dejar de ir al cine, de acudir a desayunar al bar de la esquina, de dormir la siesta, o cambiar cualquier otra hábito o costumbre que tengamos, pero dejar de correr, porque si; pues no. Sales a correr porque preparas una competición, para recuperarte del entreno de ayer que fue especialmente duro; para perder peso, para recuperarte de un resfriado, para despejar la mente, porque estás cansado del trabajo, para poder pensar mejor, para dejar de pensar en los problemas, para…. Es igual el estado físico o de ánimo que se tenga, se sale a correr. Pero dejarlo durante tanto tiempo. Algo muy “gordo” tuvo que pasarle.


Por suerte para él, y porque no, para el barrio, vuelve a estar ahí por las tardes corriendo. Dando motivo de charla amable entre los vecinos: “Ahí va otra vez el hombre que corre, no se cansa”. Por mi parte, en cuanto me lo cruce le volveré a saludar; igual le pregunto que le paso… o quizás no, el momento lo dirá. Lo importante es que está otra vez ahí, corriendo. Me  alegro de volverlo a ver corriendo por el bario.

Todo vuelve a la normalidad.

8 comentarios:

  1. Magnífico!!!
    Reflejas a la perfección la visión del corredor, "el otro", aquel con el que nos cruzamos a diario, que apenas conocemos, pero que identificamos plenamente. Ese otro que nos acompaña cuando salimos a correr habitualmente.
    Un gustazo leerte de vez en cuando.

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    1. Gracias Miguel.
      Efectivamente, son muchas las veces que vivimos estas "estampa" en nuestras salidas, aunque la mayoría de las veces no reparamos en ellas hasta que faltan.

      Un placer tenerte como lector.


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  2. Amigo Antonio, celebro que El Hombre que Corre esté de nuevo en su entorno. Feliz vuelta.

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    1. Espero, que a no mucho tardar, podamos celebrar el retorno conjuntamente con una de esas charlas, mientras trotamos, que tanto hecho en falta.

      Un abrazo.

      ,,!,,



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  3. Es curioso, las cosas que hacemos día a día sin darnos cuenta, nuestra rutina, gente a la que vemos pasar continuamente por nuestras vidas sin pararnos a pensar quienes son, que hacen o que sienten. Es curioso esto porque de hecho me gusta reflexionar sobre este tipo de cosas, reconozco a la persona de la que hablas, quizás la conozco un poco más o menos que tu pero quiero creer que se como es.

    Quien sabe que piensa cuando corre, quizás es algo importante para el porque le permite pensar en muchas cosas o quizás en nada en especial, pero lo interesante es que ha vuelto a ello en menor o mayor medida, me alegro por el, me gusta que siga siendo "el hombre que corre"

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    1. Lo curioso es comprobar como alguien que has visto crecer junto a ti, alcanza lucidez propia. Algo habré hecho bien.

      No dejes de pensar libremente.

      Un beso.

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  4. Muy buen blog Antonio. Con él expresas una de tus pasiones y eso es lo que debemos hacer, dar a los demás algo de nuestras ilusiones.

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    1. Aunque la mayoría de las veces nuestras ilusiones se diluyen, siempre dejan rastro, tanto en uno, como en los que nos rodean, o siguen, como puede ser el caso de este medio, un blog.

      Gracias por tu opinión; viniendo de alguien cuya profesión es enseñar, y además es escritor, alquiere para mi un valor especial.

      ,,!,,

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