Siempre
hay momentos y sensaciones que se tienen grabados en la mente, y uno de ellos lo revivo cada
vez que veo estas imágenes. Me parece que fue ayer, y han pasado ya casi
treinta años. Eran los juegos olímpicos de los Ángeles, y la prueba era la
final femenina de maratón.
Cuando
estaba viendo las imágenes sentí, sin comprender por que, como se me erizaban
los bellos y se me cogía un nudo en la garganta.
“Seguramente
esa chica no estaba preparada para correr”, pensaba yo, “si llega en esas
condiciones es que de deportista tiene poco”. “Además, ¿Por qué esa determinación
en terminar de cualquier manera? ¿Merece la pena? Lo dudo”.
Pese
a estos pensamientos, tan lógicos para mí que no realizaba deporte prácticamente
desde la escuela primaria, me dije que algún día haría yo también un maratón.
Total, comenzar a correr algunos días a la semana, y listo. Además, ya lo había
hecho antes: fue a finales de los años setenta, corrí la primera “maratón” de
El Corte Inglés; y aunque me tuve que parar tres veces, conseguí terminar los
seis kilómetros y medio de la que constaba la prueba en su primera edición; y
prácticamente sin entrenar, apenas cuatro o cinco salidas en fines de semana
(desde calle Gaucín a la playa de la Misericordia, mil setecientos metros).
Mapoma 2003 |
Diecinueve
años más tarde, y tras dos de adaptación, y seis meses de entreno específico,
conseguí terminar mi primer maratón, en este caso algo más largito que “el del
Corte Inglés”, fue el Mapoma.
Vuelvo
a mirar las imágenes, y el nudo en la garganta se repite.
,,!,,
Las imagenes son demasiado, reflejan claramente como la determinación en algunos casos sobrepasa muchas cosas. Buena entrada, me ha gustado :)
ResponderEliminarA mi se me saltan las lagrimas viendo ese vídeo final. Es la esencia del olimpismo que pregonaba Pierre de Coubertin. Un abrazo amigo.
ResponderEliminarCierto que emociona, pero si se piensa friamente, alguien tendría que haber evitado el que esa corredora llegara así, tendrían que haberla parado a los primeros síntomas de desfallecimiento. Podría haberle quedado en el intento. Una competición no puede valer una vida.
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