Pues
no, no va ha ser un canto a la alimentación vegetariana. Ni una oda sobre las
maldades de los huevos y la carne. O a lo malas que son las bebidas que
contenga el fermento de la uva. Nada más lejos. La alimentación de cualquier
deportista no difiere mucho de la alimentación sana que cualquier persona debe
seguir.
Comer
bien es mucho más sencillo, y no requiere fuertes sacrificios. De una forma
razonable, y con pequeños cambios en nuestros hábitos alimenticios, conseguiremos
una mejora del funcionamiento de nuestro organismo, y por añadidura, del
rendimientos, tanto personal, como deportivo.
Nuestro
cuerpo necesita combustible para realizar cualquier trabajo: andar, correr,
estudiar, estornudar, etc.; y dependiendo de la calidad de este, nuestra
“maquina” funcionará mejor o peor. El combustible que utiliza nuestro cuerpo se
compone de: Oxigeno, Hidratos de Carbono, Proteínas, y Grasas.
Veamos
de donde podemos sacar este “combustible”, y en la proporción y calidad más adecuadas
para que nuestra máquina, nuestro cuerpo, funcione a las mil maravillas y
luzca estupenda.
El
primero, el Oxígeno, viene del aire que nos rodea y poco podemos hacer al
respecto. Es el que hay. Pero en el resto de los componentes de nuestro
“combustible” si podemos actuar.
Las
Proteínas son las encargadas de construir y regenerar nuestros tejidos, no
pudiendo ser reemplazadas por los carbohidratos o las grasas, por no contener
nitrógeno.
Los
Hidratos de Carbono y las Grasas tienen la misma función: son los encargados de
proporcionarnos la energía. Sólo se diferencian en una cosa, pero fundamental:
La grasa que comemos de más, la que no se gasta, se almacena en nuestro cuerpo
(michelines, barriguita, etc.); los Hidratos de Carbono sobrantes no se
almacenan, el cuerpo los evacua.
Las dos fuentes de energía son necesarias,
pero a la hora de seleccionar alimentos, buscaremos aquellos que contengas muchos
hidratos de carbono y pocas grasas, ya que grasas necesitamos una pequeña
cantidad (observar la pirámide de arriba, las grasas en el vértice, los
hidratos en la base). Los buenos alimentos serán aquellos que nos den energía
sin engordar ni producir colesterol.
Como
ya he dicho, la grasa se almacena en nuestro cuerpo fácilmente, y prácticamente
sin límite, permaneciendo en los “depósitos” hasta que los necesitemos. Sin
embargo, los Hidratos de Carbonos son transformados en Glucógeno, y almacenados
en el hígado y los músculos. Estos “almacenes” son muy pequeños, son requeridos
como primera fuente de energía, y se agotan enseguida.
Veamos
en que forma consume nuestro cuerpo el “combustible”:
El
esfuerzo que realizamos, dependiendo de su intensidad y duración, se divide en
aeróbico, y anaeróbico. Según el esfuerzo que realicemos nuestro cuerpo gastará
más o menos glucógeno. Cuanto más rápido se corra, o más intenso sea el deporte
practicado, mayor proporción de glucógeno se gasta. En cambio, si se corre a un
ritmo moderado, el cuerpo gasta muy poco glucógeno, y usa las grasas
almacenadas como combustible principal. Por eso se pierde mejor los
“michelines” cuando se corre a una velocidad media. Resumiendo:
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Este no tiene freno. Antonio |
Ejercicios
Aeróbicos: Aquellos que se realizan de forma continua, mas de 20 ó 30 minutos,
a ritmo moderado (correr, andar, nadar, bicicleta, etc.). Combustible: pequeña
proporción de glucógeno, y gran proporción de grasas.
Ejercicios
Anaeróbicos: Los que se realizan de forma brusca y corta duración (carrera
sprint, levantar pesas, etc.). Se producen destrucción de sustancias plásticas
del organismo que deben reconstruirse. Combustible: gran cantidad de glucógeno
y pequeña de grasas. Además de requerir las proteínas para la reconstrucción de
tejidos.
Por
eso, los corredores, tenemos que administrar muy bien nuestros depósitos de
hidratos, y llenarlos a tope antes de una competición. Para esto deberemos
tener en cuenta que hay dos clases de hidratos de carbonos, los simples y los
complejos. Los hidratos simples: son los de rápida absorción por parte de
nuestro organismo, pero también de rápida combustión, como los plátanos. Los
hidratos complejo: son de lenta absorción y lenta combustión (duran más), como
las lentejas o el arroz.
Visto
un poco el funcionamiento de nuestro cuerpo a la hora de procesar los
alimentos, y la cantidad que necesita de cada uno para su correcto
funcionamiento, veamos como podemos mejorar nuestra alimentación para que nuestra “máquina” funcione
lo mejor posible.
1º
No obsesionarse con la comida, ni con regimenes ni gaitas. Seguir comiendo como
hasta ahora, pero haciendo unos pequeños cambios. Como ya he dicho, nuestro
cuerpo necesita todo tipo de alimento, aunque en determinadas proporciones.
2º Eliminaremos, en la medida de lo posible, de nuestra dieta:
- La bollería
industrial. Sólo aporta grasas saturadas y colesterol. Ni siquiera dejaremos los mal
llamados bollos “Light”. Porque ¿alguien puede decirme que leches es un
donuts Light?
- El alcohol. Sobre
todo en periodos de máxima intensidad en los entrenamientos.
- Bebidas
carbonatadas. No aportan nada a la dieta
- El tabaco. Esto
directamente te mata.
3º Observaremos la regla de las 5 Comidas diarias. Si coméis más frecuentemente, acostumbráis
a vuestro organismo a consumir y a gastar; por lo que almacenará menos energía
en forma de grasa. Si vuestro cuerpo esta acostumbrado a pasar desde las 9 de
la mañana hasta las 14 horas sin ingerir alimentos tiende a almacenar grasa
para consumirla en ese periodo. Pero si vuestro cuerpo nota que entre las 9 y
las 14 se le aporta una pieza de fruta, digamos a las 12, no necesitará
almacenar grasas. Queda claro que la cantidad de alimentos diarios no aumenta,
vamos, que no hay que atiborrarse cinco veces al día.
4º Intentaremos introducir en nuestra dieta
productos naturales. Agregar a la dieta más frutas y verduras. Las patatas, las
legumbres, la pasta, el arroz, las verduras y frutas, son alimentos naturales con
poca grasa, ricos en hidratos, y para colmo baratos. En cuanto a las proteínas,
poco que añadir, sólo que a la hora de obtenerlas, mejor del pescado. El
cambiar la leche entera por desnatada tampoco es mala idea.
5º
La variedad de alimentos aportados en nuestra dieta, vendrán determinados, en la medida de lo posible, por la proporción que indica la pirámide de alimentos. Y, para la distribución de estos a lo largo del día, lo ideal es
hacer caso a nuestro refranero: “Desayuno de ricos, comida de pobres, y cena de
mendigos.”
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Chema y mi menda despues de un entreno por los montes. |
Por
último volver a repetir que lo mejor es no esclavizarse, ni obsesionarse con la
alimentación, en absoluto; simplemente, dentro de lo posible, intentar
introducir hábitos saludables en nuestra dieta. Y si un día tengo que darme un
caprichito, como desayunarme unos cruasanes rellenos de crema, pues me lo doy.
O si hacemos una barbacoa con amigos, no
me voy a comer unas endivias a la brasa, me comeré unos buenos trozos de carne
con su grasita churruscada y las correspondientes cervecillas. Claro que si…
pero como excepción.
,,!,,