miércoles, 3 de junio de 2015

Deporte infantil



El otro día pude escuchar cuando pasaba cerca de las pistas de futbol que hay en Ciudad Jardín: “¡Metele con tó. Pártele la pierna que no se levante!” Era un padre “animando” a su hijo, que no tendría más de ocho años, y que jugaba al futbol en un partidillo “oficial”.  No sé lo que pensaría el entrenador de ese chiquillo, ni los padres de los niños del otro equipo, y del suyo propio;  a mí me dio muchísima pena y vergüenza,  por el niño, por el entrenador, y por el deporte. 

El deporte para los niños es salud. Evita la obesidad; mejora la flexibilidad y la coordinación, aumenta la resistencia cardiovascular, evita problemas articulares, previene la diabetes tipo II, mejora el estado de ánimo y favorece las relaciones sociales. Aumenta la seguridad en sí mismo, y le da cierta autonomía. Previene el consumo de drogas. Además de fomentar valores positivos: respeto a las normas, espíritu de superación, etc. Pero con un progenitor así…

Los padres debemos oriental a nuestros hijos a la hora de elegir una actividad deportiva, pero siempre respetando sus preferencias, y no como descarga de nuestra frustración como deportistas. La actividad deportiva tiene que ser acorde con las cualidades del niño y a su constitución corporal. Debe practicarlo con carácter lúdico, sin sacrificios ni sufrimientos. La actividad deportiva debe contribuir al desarrollo integral de nuestros hijos. Puede tener un componente competitivo, pero dentro de unos límites, y desde luego, hay que evitar inculcarle el afán de ser el mejor, el primero, porque ser el segundo es un fracaso. A menudo y sin darse cuenta los padres estimulan el instinto competitivo y están sembrando futuras frustraciones. En resumen tienen que disfrutar con el deporte, no sufrir.

Y por supuestos, a estos padres habría que sacarlos del lugar donde los chiquillos compiten, y, al igual que se hace en los campos de futbol profesionales cuando desde las gradas se actúa con violencia, verbal en este caso, habría que sancionarlos y prohibirles la entrada a cualquier estadio deportivo para los restos.

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