Hay veces que uno le mete en el
pescuezo, metafóricamente hablando claro, a algún corredor. Y es que, tal como
he contado en muchas ocasiones, me pico hasta con mi sombra, y no puedo evitar
cuando salgo y me cruzo, periódicamente con corredores, el comparar mi ritmo, e
intentar ir más rápido que el compañero de turno.
Suelo correr en un circuito de un
kilómetro, por lo menos dos de mis tres-cuatro salidas semanales, y no es raro
el cruzarme con otros corredores que hacen el mismo recorrido. Cuando esto
ocurre, y el mentado va en el mismo sentido que yo, la meta es adelantarle,
claro. Cuando lo hace en sentido contrario, la meta es cruzarme con él unos
metros antes en cada vuelta.
Generalmente es así, tal como lo
cuento, pero hoy; hoy me han dado en todo el pescuezo. El corredor en cuestión
es un chaval que suele ir a un ritmito medio siempre, y mantenido: entre cuatro
cuarenta y cinco minutos el kilómetro. Yo, ahora mismo, tengo la forma a tomar
viento en la farola, pero eso de que me coma terreno un corredor al cual
siempre le suelo pasar, como que no. Así que manos a la obra….
Me ha durado ocho kilómetros. Y
no me refiero al corredor, sino a mis fuerzas. Primero me puse a su ritmo,
después comencé a comerle terreno, vamos a ir unos segundos más rápidos, y
termine…. Parándome. Fundido, sin resuello; vamos, que me han dado en el
pescuezo. No he podido terminar mi entreno.
Ahora, que esto no se queda así,
claro. En un par de meses hablamos del tema.
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