domingo, 14 de febrero de 2016

Media de Torremolinos



Iba a ser, y lo fue, un entrenamiento de calidad, además de más largo de lo pensado, no sólo por el viento que sopló durante toda la carrera, sino porque, pese a llegar casi una hora antes de la salida, por poco no llegamos tarde al pistoletazo de salida.


Tras recoger a mi amigo Chema, sobre las nueve, tiramos para Torremolinos, y sorpresivamente encontramos aparcamiento enseguida, y muy cerca de la línea de salida, así que, a falta de tres cuartos de hora para las diez, decidimos intentar cambiar la talla de la camiseta que le dieron a José María al recoger el dorsal,  algo pequeña para él.


Y nos hariamos las planchas...
Conforme nos acercábamos  a la línea de salida nos parecía raro. No se oía el clásico murmullo de los corredores, los altavoces de animación, la gente trotando y calentando por los alrededores… vamos que en la plaza Costa del Sol no había ni Zeus. “¿Pero no salía de aquí, como todos los años? Yo al menos así lo vi en la página web”. Tras volver al coche conseguimos que nos digeran por teléfono el callejero de la carrera, y que nos mandaran por wassap un plano con el lugar de donde salida la carrera. Por debajo de la Colina, a más de dos kilómetros y medio de donde estábamos. Así que a cambiarse de prisa en el coche y salir corriendo para ver si llegamos a la salida. 


Por los pelos. Fue llegar y salir. Ya en la prueba mucho viento. Además transcurría toda por el paseo marítimo y los alrededores del hospital Marítimo de Torremolinos. Vamos todo por lugares abiertos donde el viento se dejaba sentir de lo lindo. Pese a todo salió un buen entrenamiento. Yo pretendía hacerla sobre 1:45, y mi amigo Chema llevaba el tobillo (casi) en cabestrillo, entremos en meta en 1:39. Eso sí, luego nos toco volver otros tantos kilómetros hasta el coche. Así que al final cayeron más de 25 kilómetros.


Lo dicho un entrono más que de calidad. Y nosotros con estos pelos.



,,!,,

lunes, 8 de febrero de 2016

El tiempo está...por lo que vale



Pues si, los otros días salí a hacer mí tirada a “piñón fijo”: catorce kilómetros a ritmo controlado. Serían las doce de la mañana, más  de veinte grados, y ni una nube en el cielo; así que pantaloncito corto, y camisetita de mangas cortas, para aprovechar un poco el Sol.



Mientras una cosa y otra, esto es: cambiarme, hacer una pequeña tabla de abdominales, calentar articulaciones, y estirar un poco, me dan las doce y media. Salgo de casa y la calma chicha que había a las doce se esfumó. Un vientecillo del norte soplaba y la temperatura empezó a bajar un poco. No llevaba ni tres kilómetros cuanto, arrastradas por el viento, por cierto, cada vez más fuerte, empezó a entrar nubarrones negros como los cojones de un grillo. En media hora más, estaba totalmente nublado, un viento fuerte y frio, había convertido el clima primaveral, en un día típico de invierno. Así que a pasar frio toca. Quince minutos más, el cielo negro dijo “aquí estoy yo”, y me cayó el consiguiente chaparrón. Ya, totalmente helado, y tras los primeros diez kilómetros, no me merece la pena parar, total, veinte minutillos más y a los corrales.



Pero no creáis que quedó así la mañana: se volvió a levantar el viento, algo más fuerte que antes, pero cálido, y en diez minutos ni una nube, sol, y calor…. Pues eso, que llegué tal como salí, con calor  y buen tiempo, pero tras pasar frio, empaparme, y volverme a secar.




Vamos que el tiempo está loco. Y, diga lo que diga el primo de Rajoy, lumbreras donde los haya (el uno y el otro), parece que tiene mucho que ver con nuestra forma de pasar por este mundo.



,,!,,